Las Abejas y los Agroquímicos: ¿De quién dependemos más?
Una de las cuestiones mas polémicas de los últimos años recae en el uso de los fitosanitarios en la agricultura. Es bien sabido su impacto benéfico en el rendimiento de los cultivos, ya que permite a las plantas crecer sin la presión de competencia de otras especies herbáceas o la acción de plagas. Sin embargo, numerosos estudios vienen advirtiendo los efectos secundarios que actúan sobre la salud del ecosistema o la salud humana inclusive; un indicador de dichos problemas son las abejas.
Argentina es uno de los principales países exportadores
de miel del mundo solo por detrás de China y Turquía, destacándose como un gran exportador de miel de calidad, ya que la miel argentina se encuentra muy por
encima de los estándares de aceptación de sus competidores.
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Más de la mitad de los platos argentinos, están
preparados con alimentos donde las abejas intervienen de forma directa, o
indirecta a través de la polinización. Con lo cual, la disminución de las abejas y el resto de los
polinizadores, genera también una disminución en los procesos de producción de
alimentos, ya que una mala polinización repercute en producción de frutos y semillas, además de los productos directos de la colmena (miel,
propóleos, jalea, cera, etc.).
El ateneo tuvo la oportunidad de tener un encuentro virtual con el productor apícola Pedro Kaufmann, quien a
su vez desempeña como abogad representante de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), y al respecto nos comenta acerca del uso de ciertos insecticidas que afectan a la apicultura: “Los neonicotinoides,
entre ellos el imidacloprid que es el más famoso, tiene efectos nocivos sobre
las abejas, pero no solo son los neonicotinoides, es todo el sistema
productivo”. Para Kauffman, el problema es mucho mas complejo, ya que implica a todo el modelo productivo, que es lo que más afecta a los
polinizadores.
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En casi todo Latinoamérica, vienen ocurriendo cambios importantes en los sistemas productivos a partir de la revolución verde, donde se han transformado las formas de producir con una tendencia hacia el monocultivo, como soja o maíz, y que trae asociado un aumento en el desmonte para la agricultura y también en el uso de productos fitosanitarios, o también llamados agroquímicos. Este combo va desplazando los distintos agentes polinizadores que naturalmente vivían allí. El ambiente se vea modificado por monocultivos, haciendo que las abejas se alimenten de una dieta pobre en polen, que proviene de escasas especies vegetales que además están tratadas con agroquímicos como el glifosato. Estos factores, terminan perjudicando la calidad de la miel y la salud de la colmena.
Respecto a su visión de los agroquímicos, nos habló del efecto que tiene sobre las abejas, ya que se utilizan alrededor de 500.000.000 de litros de agroquímicos por año. “Desde la Asociación de Apicultores pedimos que se prohíban algunos principios activos, al menos aquellos que se dejaron de utilizar en Europa”. Principalmente porque son muy dañinos para las abejas.
En relación a los neonicotinoides, refiere que, “... tienen principios activos que afectan a
las abejas, quizás no como lo hacían en un principio otros agroquímicos que se
utilizaban antes, pero si lo hacen en forma indirecta, desorientando a las
abejas sin poder volver a la colmena o brindar información a sus compañeras acerca
de donde se encuentra el alimento, cambiándoles la temperatura (la colmena debe
permanecer a 35°C siempre) y no pueden mantener a las crías en el nido,
producen jalea real de menor calidad, etc.”. Todos estos efectos debilitan a la
población de abejas, ejerciendo presión como estresores, de manera que, si
una fumigación no mata de forma directa a la colmena, el estrés generado las
debilita, haciéndoles sensibles a enfermedades. Por lo cual, muchas veces los
estudios clasifican a las muertes sin tener en cuenta el efecto que tienen los
agroquímicos sobre estos insectos.
“El problema con los venenos en los alimentos,
son los venenos en los alimentos. Si vos vas al mercado central de Buenos
Aires, siete de cada diez alimentos tienen restos de fitosanitarios”, es por
ello, que en cuanto a los agroquímicos, “... no es un problema de los apicultores,
es un problema de qué estamos comiendo […] si ustedes toman muestra del agua de
cualquier río, va tener restos de glifosato y neonicotinoides”, sostiene este
hecho debido a que, las leyes argentinas permiten tres mil veces más glifosato en el
agua que la leyes europeas.
Respecto a los antecedentes de algunos
fitosanitarios que se utilizan en el país, Kaufmann nos explica: “nosotros como
entidad apícola dijimos a SENASA que determinados tóxicos insecticidas (Tiametoxam;
imidacloprid y clothianidin) estaban deteriorando mucho la población de abejas,
teníamos pruebas, mortandad de abejas, denuncias de productores, algunos eran
testimonios anónimos ya que muchos estaban comprometidos si denunciaban […] le pedimos que revisaran los protocolos que tienen para aprobar esos productos
fitosanitarios, ya que la forma de aprobarlos es a través de las pruebas
técnicas que le ofrece la empresa que comercializa el veneno a la entidad de
contralor, en este caso el SENASA”, es decir, que la entidad sanitaria no realiza pruebas de
campo del producto que va entrar en el país, ya que confia en la ética
empresarial.
Una mirada sobre los fitosanitarios
en la apicultura local
Eduardo Riquel, presidente de la Asociación de
Apicultores de Castelli, nos comenta que en los últimos años tuvieron gran
mortandad de abejas entre los panales de apicultores de la asociación y que se
debe al uso de agroquímicos que utilizan los agricultores en los sembradíos,
“muchos productores nos comentaron de que se les fundieron cajones, no
hacen las denuncias porque tienen los cajones en los campos de los agricultores
y es mejor arreglar entre productores, pero es un problema que siempre se da”.
El productor también nos comenta que muchos
stocks exportados a Europa fueron rechazados o depreciados en su calidad porque
contenían partículas de glifosato en la miel en mayor cantidad que la permitida
por la reglamentación de la Unión Europea. Respecto a las soluciones que
podrían ayudar a este problema Riquel manifiesta: “A veces se fumiga al medio
día cuando están las abejas más activas, o fumigan sin tener en cuenta el
viento hacia donde está soplando, también la fumigación en las plantaciones de
algodón que las hacen en cualquier época, es decir, si todo eso se coordina
entre productores apícolas y agricultores, yo creo que se puede coexistir tranquilamente
sin necesidad de recurrir a medidas más drásticas”.
Apiario de establecimiento La 34 - Crédito : Ateneísta Pamela Henain
Qué posición tomamos frente a una
problemática que involucra dos actividades del sector
Respecto a nuestra visión como institución que
defiende los intereses de los productores, creemos que debemos garantizar
mecanismos de producción de alimentos que sean sustentables, para que en 100
años podamos seguir produciendo sin comprometer los recursos y la salud de las
generaciones futuras. Es un trabajo que el sector privado debe comprometerse y que
el Estado debe garantizar mediante acuerdos que faciliten a los productores o
empresas la conversión de sus actividades de producción para que se adapten a
mecanismos más eficientes y amigables con el medio ambiente.
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